Los ejercicios de Jelqing, popularizados recientemente a través de las Redes Sociales, se tratan básicamente de masajes manuales desde la base hasta la punta del pene, en estado parcialmente erecto, en el que una mano se coloca en la base del pene y la otra empuja los tejidos del pene desde la base hasta el glande.
¿Para qué sirven?
Estos masajes tienen como supuesto objetivo el aumento del tamaño y grosor del pene. La congestión vascular y los microtraumatismos producidos por estos masajes estiran el tejido cavernoso del pene, creando una presión que favorece teóricamente la expansión del tejido.
¿Realmente son efectivos?
Aunque estos masajes pueden producir un aumento momentáneo de la rigidez y el tamaño del tejido, no pueden crear un aumento definitivo de la longitud y grosor del pene. Esto se debe a que el tejido cavernoso está formado por músculo liso, por lo que no se puede ejercitar para aumentar su tamaño. Además, la uretra no es dilatable y limita cualquier aumento del tamaño del pene.
Aunque hay multitud de fuentes en internet que explican los beneficios de estos ejercicios y la mejor forma de practicarlos, no hay ninguna prueba científica de su eficacia. Lamentablemente, lo que si ha probado un estudio realizado en 2015 a varones que sufrían ansiedad por el tamaño de su pene, es que más del 80 % de los participantes habían recurrido a esta técnica, a pesar de que no tiene ninguna validez científica.
¿Tienen alguna contraindicación?
Desde el punto de vista médico, esta práctica puede ser peligrosa ya que puede provocar dolor, irritación, cicatrices, hematomas o lesiones en los vasos sanguíneos.
Las cicatrices que se forman en el pene como consecuencia de un traumatismo provocan malformaciones como curvaturas y, en algunos casos, disfunción eréctil. Si el jelqing se realiza con fuerza y en un pene completamente erecto, el riesgo de traumatismo real puede ser elevado y provocar complicaciones irreversibles.