
El prolapso pélvico es un descenso de uno o más órganos de la cavidad pélvica hacia el exterior. Dicho órgano, que puede tratarse de la vejiga, la vagina, la uretra o el recto, va descendiendo progresivamente y puede llegar a salir al exterior, si no se actúa a tiempo.
Para tratar el prolapso pélvico femenino existen dos vías: el tratamiento conservador (sin cirugía) y el tratamiento quirúrgico. Cuando se detecta el problema, puede combatirse a través de un tratamiento con pomadas o supositorios con estrógenos (estrogenización vaginal local), combinado con el entrenamiento del suelo pélvico, que permite mejorar un prolapso leve e impedir su progresión.
En los casos más graves, la cirugía es la única opción. A través de los diferentes métodos quirúrgicos, que dependen del órgano afectado, se reconstruyen y estabilizan las distintas estructuras que lo soportan para conseguir que vuelva a su posición original dentro de la pelvis.